lunes, 9 de julio de 2007

El origen y la distribución Mapuche

Origen y migración [editar] Artículo principal: origen de los mapuche
El origen de los mapuches no se conoce con mucha certeza; siendo la teoría más conocida la postulada por Ricardo Latcham, quién afirma que los Mapuche son originarios del actual territorio argentino y que a través de un largo proceso de migración, se habrían introducido como un grupo étnico y cultural foráneo entre los picunches y huilliches, instalándose definitivamente entre los ríos Bío-Bío y Toltén. Hasta hace pocos años la teoría de Latcham parecía no merecer objeciones pero hoy nuevamente está siendo objeto de revisiones y discusiones.

Posteriormente, debido a la presión ejercida por los españoles, y a través de un largo proceso de migración (a través los pasos de la cordillera de los Andes) y transmisión cultural, entre los siglos XVIII y XIX regresaron a los territorios ubicados al este de la Cordillera de los Andes, y araucanizan el Comahue, gran parte de la región pampeana, y el norte de la Patagonia oriental, tierras hasta entonces ocupadas por diversos pueblos no mapuches. De tal modo fueron mapuchizados los pehuenches, los het y las parcialidades septentrionales de los tehuelches;


Ubicación y distribución [editar]
Retrato de mujeres mapuches dibujado por el expedicionario Dumont D'Urville en 1842
Chile [editar] Según el Censo 2002, existen 604.349 mapuches, aproximadamente un 4% del total de la población total. Representan el 87,3% de la población originaria. Están ubicados principalmente en las zonas rurales de la IX Región, así como grupos importantes en la X Región y Región Metropolitana de Santiago.

El Censo 1992 había registrado 932.000 mapuches. Esta gran reducción de un 30% de la población mapuche en una década ha intentado explicarse con diversos argumentos, desde aquellos que sostienen que se trata de un genocidio abierto [5], aquellos que sostienen que se trata de un genocidio burocrático con el fin de deslegitimar las peticiones indígenas [6], hasta aquellos que sostienen que se trata de un problema estadístico relacionado con el cambio de las preguntas sin consecuencias socio-políticas.

http://es.wikipedia.org/wiki/Mapuche#Etimolog.C3.ADa

Mapuche

Los mapuches (mapudungun: mapuche, 'gente de la tierra’)? Son un pueblo indígena de la zona centro-sur de Chile y de la Argentina. Se les conoce también como araucanos, nombre que se usa poco en la actualidad, porque ellos no lo aceptan[1] [2][3] y que predomina en la historiografía, para el período que abarca desde los primeros contactos con los españoles hasta el siglo XIX aproximadamente.
Los grupos ubicados entre los ríos
Biobío y el Toltén lograron resistir con éxito a los conquistadores españoles en la llamada Guerra de Arauco, una serie ininterrumpida de batallas que duró unos 300 años, con largos periodos de tregua. La corona de España reconoció hasta cierto punto su autonomía y sólo varias décadas después de que lograran su independencia, los estados chileno y argentino invadieron los territorios que se mantenían independientes y asignaron a los mapuches a "reducciones" (Chile) y "reservas" (Argentina). La población mapuche del siglo XXI es principalmente urbana, pero mantiene vínculos con sus comunidades de origen y subsisten las reclamaciones por territorio y reconocimiento de su cultura.

http://es.wikipedia.org/wiki/Mapuche

jueves, 24 de mayo de 2007

Las lenguas aborígenes de Chile

Al igual que otros países de América, el nuestro ha sido y es multilingüe, pero en menor proporción. En el presente sobreviven -en diferentes condiciones- solo cuatro en Chile continental (aymara, quechua, mapuche y kawesqar) y una no amerindia en la Isla de Pascua (rapanui); seis se han extinguido (chango, atacameño, diaguita , selk'nam, yagan y chono), algunas prácticamente sin dejar huellas.
Sobre la existencia de varias lenguas en el territorio informa, tempranamente, el cronista Gerónimo de Bibar (1558). Los valles de Atacama, Copiapó, Huasco, Coquimbo, Limarí y Combarbalá hasta el de Aconcagua poseían sus propias lenguas, no habiendo grandes diferencias entre algunas de ellas. Así, refiriéndose a los habitantes del valle de Huasco, expresa: "Estos yndios difieren de la lengua de Copiapo como byscainos e navarros" (Vibar, 1979:40) Es decir, presentaban diferencias dialectales no muy pronunciadas. Desgraciadamente, no quedaron documentadas.
Como consecuencia de la conquista incaica, el quechua era entendido en dichos valles. Por ello, según Vibar, cuando Pedro de Valdivia llegó al valle de Copiapó ordenó a la gente de a pie y a los yanaconas que hablaran en esa lengua a los aborígenes locales, los cuales huían ante la presencia de los españoles. "Luego el capitan de los yndios - escribe -, quando oyo la boz y entendio la lengua del Cuzco - puesto qu'es de la suya muy diferente, porque en toda la tierra y provincias de Indias cada XX y XXX leguas difieren los lenguajes - entendiola, porque avian tratado con yndios del Cuzco (porque tenian a las diez y ocho leguas del valle de Copiapo un pueblo ... de yndios del Cuzco), y como con ellos tratavan, entendia la lengua este capitan y otros muchos" (Vibar, op.cit.: 30).
Respecto del resto del territorio, el cronista da testimonio de la homogeneidad del lenguaje. Refiriéndose a la zona de Aconcagua escribe: "La lengua d'estos valles no difiere una de otra" (op.cit.:51). Los promaucaes, situados a siete leguas al sur de Santiago, por su parte, "son de la lengua y traxe de los de Mapocho" ( op.cit.: 165). La población que habitaba entre los ríos Itata y Toltén hablaba la misma lengua de la comarca de Santiago. Más al sur, los habitantes de Valdivia " difieren vn poco en la lengua a las demas provincias que tengo dichas" (op.cit.: 190). Por último, de la gente de la Isla de Chiloé afirma que "la lengua difiere vn poco " (op.cit.: 249).
De esa primera e importante crónica se infiere, pues, que, al iniciarse la conquista de nuestro país, había más diversidad idiomática en la zona norte y que, en la mayor parte del territorio conocido hasta entonces se hablaba una sola lengua, con pocas diferencias dialectales, lo cual fue corroborado posteriormente. De las lenguas de los valles del norte, mencionadas por Vibar, no ha sobrevivido ninguna. Tampoco la de los changos de la costa.
www.c5.cl/eural/tht/material_th2/dia_1_word/modulo_II/web/navegar_en_seco/lenguas.htm

¿ y que pasa con la cultura aborígen de Chile?

Los Aborígenes en Chile.
En nuestro país por su gran variedad geográfica, se dió todo tipo de organizaciones sociales y económicas en sus distintas culturas autóctonas. Uno de los aspectos más claros, para entenderlas, en relación con su entorno, es el alto desarrollo alcanzado en organización social, agricultura, ganadería y artesanía por los pueblos que se encontraban en la zona norte, y a medida que avanzamos hacia el sur, los pueblos se hacen nómadas y dedicados a actividades como la pesca y la caza.

Uno de los pueblos más adelantados fueron los atacameños, que ocupaban los territorios al interior de Tarapacá, Antofagasta y Puna de Atacama. Sus vestigios se remontan a casi 12.000 años, poseían una cultura bastante desarrollada, dedicándose a la agricultura, crianza de llamas y alpacas, a la minería y metalurgia, destacando su avanzada industria textil y alfarera.
Otro pueblo de la zona norte, notable por su cultura, fueron los diaguitas. Establecidos entre Copiapó y el Río Choapa, desarrollaron la alfarería, alcanzando gran perfección en diseño y colorido; conocían el tejido y la minería de oro, cobre y bronce, además de ser pastores de llamas y alpacas.
A lo largo de todo el litoral comprendido entre Arica y Chile central, habitaron los changos, un grupo de pescadores de costumbres nómadas, que se caracterizaban por sus embarcaciones hechas de cueros de lobos marinos inflados. Desaparecieron tardíamente fusionados con el mestizaje.
Los picunches ocuparon la zona comprendida entre el Río Choapa y el Río Itata. Fueron influidos culturalmente por su vecinos del norte (los diaguitas), y por los del sur (los mapuches); eran agricultores, ganaderos y conocían la alfarería y el trabajo en tejidos.
Ya en la zona sur del país (Vlll Región), quedan pocas culturas dedicadas a la explotación sistemática de la tierra. La mayoría se centran en actividades de caza y recolección.
El Río Biobío y Toltén se instalaron los mapuches, pueblo aguerrido, dedicado preferentemente a la caza. Rápidamente se adaptaron a las circunstancias nuevas de una guerra contra los españoles, aprendieron el uso del caballo, de las armas de hierro y sostuvieron la más tenaz resistencia al invasor durante trescientos años. Es el único pueblo en Chile que aún conserva su espíritu ancestral y sus tradiciones culturales.
El único pueblo en esta zona, que no se dedicó a la caza y recolección, fueron los huilliches, que ocupaban la zona que va desde el sur del Biobío hasta el Golfo de Reloncavi.
Eran agricultores pacíficos, que no ofrecieron resistencia ni a los invasiones mapuches ni a la española. Los chiquillanes eran indígenas nómadas y recolectores, que habitaron la región oriental de la Cordillera de los Andes, entre el Río Diamante y el Lago Nalalhue. Hacían frecuentes cruces de la cordillera para comerciar con otros pueblos aborígenes de nuestro territorio y posteriormente con los españoles.
Otro pueblo de esta región fueron los puelches, que alzaron sus tolderias en la zona cordillerana al sur de Valdivia y hasta las alturas de Osorno, dedicándose a la caza del guanaco y a la recolección de frutas. Lentamente fueron mestizándose con los mapuches y los huilliches hasta desaparecer.
Los pehuenches fueron cazadores y recolectores nómadas, que habitaron el territorio cordillerano entre Chillán y Valdivia. Traspasaban la cordillera para comerciar y recolectar piñones (pehuén). En el siglo XVIII se establecieron definitivamente en territorio chileno.
En la isla de Chiloé y la zona de los canales y archipiélagos australes habitaron los chonos, pueblo de pescadores y cazadores de Lobos marinos. Con la llegada de los cuncos a Chiloé, fueron desplazados más hacia el sur; sin embargo, aprendieron de ellos una agricultura rudimentaria y la crianza de la llama. De la fusión de ambos pueblos nació el chilote.
En la Undécima Región existieron dos pueblos diferenciados en sus costumbres: uno esencialmente de tierra y el otro marino. Los primeros, los tehuelches, habitaron ambos lados de la Cordillera de los Andes, en la zona comprendida entre el Golfo de Reloncaví y Tierra del Fuego. Más conocidos como patagones, practicaban la caza y la recolección de frutas, plantas y raíces. Desaparecieron tras sucesivas mezclas con otros grupos indígenas y con la conquista española.
El segundo pueblo eran los alacalufes, que vivían en sus botes de cortezas o árboles ahuecados, recorriendo la extensa región comprendida entre el Golfo de Penas y el Canal Beagle. Alejados de todo contacto con otros pueblos, no conocieron agricultura, ni ganadería dedicándose a la caza de focas y a la pesca.
Ya en el extremo austral del país encontramos a los yamanas, indios pescadores conocidos también como yaghanes, quienes habitaban las islas y canales del Beagle. Al igual que los alacalufes, no mantuvieron contacto con otros pueblos y no conocieron agricultura ni ganadería. Durante el período de colonización fueron objeto de una despiadada destrucción. Los onas, llamados así por sus vecinos yamanas, eran dos subgrupos, los indios Selk-Nam y los Hausch, diferenciados por características de costumbres y lenguaje, pero pertenecientes al mismo grupo étnico. Habitaron la Isla Grande de Tierra del Fuego, dedicándose a la cacería de guanacos y a la recolección de bayas y otros frutos. De gran estatura, corrieron igual suerte que sus vecinos yamanas, siendo exterminados por los colonizadores blancos.
De esta forma hemos dado un vistazo a todos los pueblos del Chile prehispánico, a la gran variedad de culturas, formas de organización social y económica. Quizás en Chile no existieron grandes civilizaciones como en México y Perú, pero dentro de la variada gama cultural hubo pueblos que solucionaron sus problemas de hábitat con ingenio y tuvieron organizaciones sociales, políticas y religiosas muy avanzadas, lo que representa un patrimonio cultural muy amplio, rico e interesante para ser estudiado.


www.folklore.cl/aborigenes.html

viernes, 11 de mayo de 2007

jueves, 10 de mayo de 2007

Antonio Caso. Filósofo revolucionario

Antonio Caso
Antonio Caso (1883-1946), filósofo y escritor mexicano. Fue una de las figuras más importantes y activas de la intelectualidad de México en la primera mitad de siglo. Desde un comienzo se opuso al positivismo imperante (introducido por Gabino Barreda), criticando lo limitado de su concepto de experiencia. Introdujo en su país las más recientes tendencias filosóficas, en especial la obra de Henri Bergson y Edmund Husserl. Su pensamiento, alejado del discurso sistemático, tiene un marcado carácter pluralista y supone una confianza en el valor de la intuición como forma de conocimiento. Le preocupaba la idea de "síntesis" como meta del conocimiento filosófico, en la que debían converger la moral, el arte, las aportaciones de la ciencia y de la cultura. Entre sus obras, Discursos a la nación mexicana (1922), Doctrinas e ideas (1924) La filosofía de Husserl (1934) y El peligro del hombre (1942).
Ejerció una notable influencia en la renovación del pensamiento mexicano de su tiempo. Formó parte del Ateneo de la Juventud, junto con José Vasconcelos, Alfonso Reyes y otros jóvenes filósofos, que apoyaron sin la menor reserva el levantamiento revolucionario de 1910.
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Revolución Mexicana
El mapa que muestra la imagen ilustra los principales movimientos de las fuerzas en lucha durante la Revolución Mexicana (1910-1919).
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Las Ruinas del Templo Mayor






Las ruinas del Templo Mayor
En las ruinas del Templo Mayor de México-Tenochtitlan los arqueólogos han descubierto algunas de las piezas arqueológicas prehispánicas más espectaculares del siglo XX. En 1913 el antropólogo mexicano Manuel Gamio localizó el lugar exacto en el que se hallaban los restos de este templo mexica. Sin embargo, no fue sino hasta 1978, con el descubrimiento de la efigie de la diosa Coyolxauhqui por unos obreros de la compañía eléctrica, cuando se iniciaron nuevas excavaciones que finalizaron en 1982 con la pública inauguración de este destacadísimo recinto.
Corbis/Nik Wheeler
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La última civilización mesoamericana importante fue la de los aztecas, también llamados mexicas (de donde proviene el nombre de México). Entre 1428 y 1521 los aztecas produjeron y reunieron, a través de los tributos imperiales, objetos que hoy constituyen algunos de los mejores ejemplos del arte precolombino que ha llegado hasta nuestros días.
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Bajorrelieve azteca
Los artesanos aztecas fueron bastante diestros en el arte de la cantería. Esta obra del 1500, esculpida en piedra, representa al dios azteca Quetzalcóatl, la serpiente emplumada que, de acuerdo con la mitología azteca, creó todas las formas vivientes.
Art Resource, NY/Werner Forman
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En la época de la conquista española, el corazón del Imperio azteca era Tenochtitlan, ubicada donde está hoy la ciudad de México, era probablemente la población más grande y una de las más hermosas del mundo. Construida en el lago de Texcoco sobre islas naturales y artificiales llamadas chinampas, la Gran Tenochtitlan se parecía en su concepción a la ciudad italiana de Venecia. Las calles eran básicamente canales y el medio principal de transporte eran las canoas. Hoy día, la plaza central (el zócalo) de la capital mexicana se extiende encima del principal centro ceremonial azteca. Excavaciones recientes, llevadas a cabo por arqueólogos mexicanos en el templo Mayor de los aztecas, han sacado a la luz algunos de los hallazgos arqueológicos más espectaculares de este siglo en México.
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Máscara azteca
Los artistas prehispánicos emplearon a menudo la técnica musivaria. Esta máscara azteca de madera está recubierta por un mosaico de turquesas, con ojos y dientes de madreperla. Las teselas están adheridas al soporte con una resina natural.
Bridgeman Art Library, London/New York
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Los aztecas produjeron esculturas exentas en piedra con carácter monumental. En ellas utilizaron tanto expresiones abstractas como realistas para revelar el carácter interno y externo de la divinidad, persona o animal retratados. La mayor parte de la escultura en piedra se utilizó para la decoración arquitectónica y las representaciones de dioses. También se empleó en los altares para sacrificios humanos, en los cuauhxicalli (recipientes para la sangre y el corazón), calendarios de piedra y otros objetos ceremoniales importantes. Ejemplos ilustrativos de la monumentalidad de la escultura mexicana son la extraordinaria figura de la diosa Coatlicue, símbolo de la dualidad que caracterizaba las religiones mesoamericanas; el enorme disco labrado de la Coyolxauhqui desmembrada y el universalmente conocido calendario azteca o Piedra del Sol.
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