jueves, 10 de mayo de 2007

Arte Mestizo


Arte mestizo

Capilla posa del convento de Huejotzingo
La capilla posa es una tipología arquitectónica originaria de América Latina y que alcanza su máximo esplendor durante el siglo XVI en México. Tradicionalmente se construían en las esquinas de los atrios y entre las más hermosas están las cuatro del convento de Huejotzingo, en el estado mexicano de Puebla. En esta imagen podemos contemplar una de ellas.


Arte mestizo

INTRODUCCIÓN
Arte mestizo, término empleado por algunos historiadores del arte realizado en la América hispana durante el periodo colonial, para denominar las obras en las que es evidente una interpretación local del arte europeo a partir de elementos decorativos o estructurales propios del mundo indígena.
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DEFINICIÓN
A lo largo del siglo XX la historiografía del arte colonial ha manifestado una preocupación constante por establecer el grado de originalidad de esta producción artística, nacida a partir de los modelos europeos trasplantados a América tras el establecimiento español en el continente americano. Y para detectar esta originalidad se han señalado varios puntos de partida. Uno de los más importantes ha sido la identificación de temas procedentes del repertorio iconográfico de las diferentes culturas prehispánicas contemporáneas al momento de la conquista, incorporados a la decoración de obras propias de la cultura europea, especialmente de carácter religioso, como iglesias y conventos. A estos temas se han añadido también aquellos procedentes de la flora y la fauna americana. Los ejemplos se relacionan tanto con la cultura azteca en el área del virreinato de Nueva España como con las culturas preincaicas y la incaica en el virreinato del Perú.
También han sido considerados como propios del arte mestizo los usos dados a los espacios, impuestos por las necesidades de la evangelización de una elevada población indígena. Este sería el caso de las capillas de indios o las capillas posas, tan numerosas en la arquitectura religiosa del siglo XVI en México y que se extienden hasta el siglo XVIII en el área andina. En estos ejemplos se ha valorado como un elemento clave la aportación indígena derivada del hábito de asistir a las ceremonias en grandes espacios abiertos en lugar de en lugares cerrados como las iglesias cristianas.
Una variante del arte mestizo es el denominado arte tequitqui, palabra náhuatl que significa “vasallo” y que el español José Moreno Villa utilizó para definir “el producto mestizo que aparece en América al interpretar los indígenas las imágenes de una religión importada”, con la consiguiente fusión de conceptos europeos e indígenas (La escultura colonial mexicana, 1942).
Del mismo modo, la pintura colonial cuenta con un capítulo de “pintura mestiza”, denominación utilizada fundamentalmente para designar a la producción anónima que se lleva a cabo en talleres del área andina, en torno a la ciudad del Cuzco, desde finales del siglo XVII a finales del siglo XVIII. A menudo es empleada como sinónimo de escuela cuzqueña. A ella se unen todas aquellas pinturas en las que se detecta la presencia de motivos indígenas junto a los cristianos.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
El tema de la existencia del arte mestizo ha tenido muchos defensores y otros tantos detractores. Así, Angel Guido fue de los primeros y más entusiastas partidarios y con escritos como Fusión hispano-indígena en la arquitectura colonial (1925), Eurindia de la arquitectura colonial (1936), El estilo mestizo o criollo en el arte de la colonia (1938) y Redescubrimiento de América en el arte (1944), contribuyó de forma muy especial a la definición de las singularidades del arte colonial frente al español y al europeo en su conjunto. Mario Buschiazzo con Estudios de arquitectura colonial de Hispanoamérica (1945) y más tarde con su análisis El problema del arte mestizo (1969), y Martín Noel con El arte en la América española (1942), entre otras interesantes publicaciones, participaron también desde Argentina en este enfoque reivindicador, al que se sumaron figuras como los historiadores estadounidenses Harold E. Wethey con Colonial architecture and sculpture in Perú (1949), quien se manifestó claramente partidario de la existencia de un mestize style, y L. Mac Gregor que planteó la existencia de un “plateresco indígena” en El plateresco en México (1954).
Posteriormente, el mayor empuje al tema llega a través de los estudios de Emilio Harth Terre, con La arquitectura mestiza en el sur peruano (1966), y de Teresa Gisbert y José de Mesa quienes también han dedicado muchos de sus trabajos a respaldar la vigencia del estilo, resumiendo sus características en Determinantes del llamado estilo mestizo. Breves comentarios sobre el término (1970), y centrándolo temporal y espacialmente. También estos autores han analizado las repercusiones del tema en la Historia de la pintura cuzqueña (1962) y Teresa Gisbert dedica todo un libro, Iconografía y mitos indígenas en el arte (1980), a identificar numerosas obras en las que está presente el mundo andino.
Sobre el tema específico de la contribución indígena a la decoración escultórica ligada a la arquitectura, ya habían realizado importantes aportaciones investigadores como Alfred Neumeyer en The Indian Contribution to Architectural Decoration in Spanish Colonial America (1948). Pero Constantino Reyes Valerio desarrolla con amplitud el repertorio, y acuña también una nueva terminología a través de su obra Arte indocristiano. Escultura del siglo XVI (1978).
Esta singularidad del arte mestizo es negada por los trabajos de aquellos historiadores que entienden el arte colonial como “arte en América” rechazando tanto el mestizaje altoperuano como el criollismo mexicano. Entre los más significados pueden encontrarse George Kubler, que sintetiza su postura en trabajos como Indianismo y mestizaje como tradiciones americanas, medievales y clásicas (1966), Enrique Marco Dorta en Consideraciones en torno al llamado estilo tequitqui (1979) y Graziano Gasparini Análisis crítico de las definiciones “arquitectura popular” y “arquitectura mestiza” (1965).
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